Los que me conocéis sabéis que la mitad de mí ser es noruego, allí nací y allí viví mi primera infancia. La mitad de mi familia vive allí y con ellos está parte de mi corazón, por eso no pude dejar de estremecerme cuando supe que el salvajismo se había adueñado de mí país de nacimiento, un país que siempre se ha distinguido por su compromiso con la no violencia.
Un perfecto salvaje ha segado la maravillosa e insustituible vida de 91 personas y, según parece, es posible que la cifra aumente. Con ellos ha destruido también el sueño y las ilusiones de todos sus familiares, amigos y seres queridos, también el sueño de una nación que vivía tranquila en su compromiso con la paz y la tranquilidad.
Desde aquí les ofrezco mi pésame y les acompaño en estas horas de dolor, esperando que poco a poco todo vuelva a su lugar y que nunca, nunca jamás, un loco inestable pueda cometer semejante horror.
Desde mi infancia siempre recuerdo Noruega y a mis familiares con mucho cariño y amor, siempre me evocan imágenes cálidas y agradables... lumbre en la chimenea, sabrosos y caseros pasteles, abrazos acogedores, en fin, la calidez de un entorno acogedor, por eso he querido despedirme con una imagen con las mismas notas de calidez, esperando mejorar un poco este aire helado que recorre mi alma.