El árbol que podeis ver aquí tiene un significado muy especial para Rosana, mi compañera. Es tan especial que le llama "mi" árbol, y de vez en cuando le hace una visita, especialmente cuando está nevado, esperando obtener esa foto que le haga justicia, no sólo al árbol y el paisaje que lo envuelve, sino también a ese vínculo emocional que ha nacido entre los dos.
Para aquellos que trabajan en ese sentido surgen en ocasiones luces inesperadas, luces que aunque tarden en fructificar son un principio esperanzador. Para los que amamos nuestros paisajes y patrimonio surgió en el año 2000 la llamada declaración de Florencia, firmándose el Convenio Europeo del Paisaje en esa maravillosa ciudad. Este convenio empieza ahora a dar algunos tímidos frutos que, esperamos todos, germinen en un futuro libre de especulaciones y destrucción de nuestro patrimonio.
Este maravilloso árbol, como podréis ver, puede emocionar tanto que su principal admiradora es capaz de importantes sacrificios para buscar su especial comunión con él. Aquí la tenéis en plena ventisca de nieve tratando de sacar lo mejor de "su" árbol.